Memorias de la cabina: Sábados de rumba, días para disfrutar con la gente

24.11.2020

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"Esto es lo que me gusta de la radio: el no saber qué va a ocurrir" - Luis del Olmo

"¡¡Bueeeeeeeeenas tardes y bienvenidos a un programa más de Saaaaaabados de Rumba!!" Esa era la frase utilizada cada sábado para arrancar el programa. A las 17H00 era la cita semana tras semana y la programación tenía una duración de 3 horas incluidos las pausas.

No puedo negar que la primera vez, el frío del aire acondicionado de la cabina, nos hizo sentir más nervios; y es que no sabíamos cuantas personas estarían "enganchadas" a la sintonía de la estación radial, ni quienes eran, ni su reacción de saber qué tan bien lo hacíamos o no... pero nos fuimos soltando y de algo estoy seguro, esas personas nos ayudaron a crecer en ese sentido.

Poco a poco ese público creció, hasta a comer a las casas nos invitaron y sentir ese cariño es tan bonito. La verdad disfrutábamos mucho en la cabina, cada semana eran de risas, bromas, chistes y a veces el atardecer nos sorprendía con alguna gracia también de los oyentes.

Mis compañeros: Edin Vega, Angélica Yánez (mi hermana), Mary Arias y Jairo Melendrez. De Edin aprendimos muchas cosas pues ya tenía años de experiencia, pero lo que me agradó de él y de todos los demás fue la sencillez y humildad con la que hicimos todo esto y la buena amistad que se desarrolló entre nosotros. Algunos salieron del programa y estuvimos con Angélica hasta diciembre de aquel 2014.

El encanto del Cotopaxi, La Maná, también era un lugar inspirador. Cuando te bajabas del bus llegabas a una ciudad limpia, hospitalaria y amable, cálida como su gente. No tengo tantas fotos porque en ese entonces utilizaba otro teléfono más sencillo, pero los recuerdos de la cabina vuelven hoy a mi memoria y sin duda fueron muy bonitos días donde disfrutamos de compartir micrófonos e ideas con grandes personas, pero sobre todo disfrutamos con la gente que escuchaba el programa y podía darse una rumba cada sábado, cuando salía al aire el programa que tanto nos gustó hacer, cuando los parlantes se unificaban y la música daba alegría, cuando el reloj marcaba las 5 de la tarde, cuando el sol estaba por irse, cuando se iba a apagar el día, pero se iban a encender las estrellas.